Everyday Stewardship ~ Recognize God in Your Ordinary Moments
November 20, 2021
Long Live the King
Did you know that you can become royalty, for the right price? It’s true — for the low, low cost of $50, you, too, can purchase a 12-square-inch souvenir plot of Scottish land and call yourself “Laird So-and-so.” Now, this lordship or ladyship doesn’t come with the ability to boss anyone around, but maybe your friends will be impressed enough to bend the knee.
My point is, we’ve all got our own little fiefdoms — folks or communities for which we have a feeling of responsibility. Maybe we’re not their “king,” but most of us have those we think of as “our people.”
Now, in this world, people lay themselves down for their kings. History is riddled with the bodies of men, young and old — and plenty of women and children, too — who were casualties of wars waged by men in power, men who never had to shed their own blood. But in the next world, the King dies for his people. This is leadership par excellence — the leadership of someone whose love is greater than his ambition.
We are all leaders of a sort. On the parish level, you have the obvious roles — serving on pastoral council, spearheading the capital campaign, leading the Altar Guild. But you also have the quiet ones who lead from the wings — the janitor who can always be relied upon to do his job, or the volunteer librarian who puts in extra hours on the weekends.
There is a saying — find your people. I say, find your people, and find a way to lay yourself down for them, in imitation of the greatest King that ever was.
— Tracy Earl Welliver, MTS
©LPi
LA CORRESPONSABILIDAD DIARIA ~ RECONOCER A DIOS EN LOS MOMENTOS ORDINARIOS (Everyday Stewardship)
¡Viva Cristo Rey!
¿Sabías que puedes convertirte en miembro de la realeza por un justo precio? Es cierto: por el bajo, bajo costo de $ 50, tu también puedes comprar una parcela de recuerdo de 12 pulgadas cuadradas de tierras escocesas y llamarte a ti mismo “Lord Fulano de tal”. Ahora bien, este señorío o señoría no viene con la capacidad de mandar a nadie a tu alrededor, pero tal vez tus amigos estén lo suficientemente impresionados como para doblar la rodilla.
Mi punto es que todos tenemos nuestros propios pequeños feudos: personas o comunidades por las que tenemos un sentimiento de responsabilidad. Tal vez no seamos su “rey” pero la mayoría de nosotros tenemos a quienes consideramos “nuestra gente.”
Ahora, en este mundo, la gente se entrega por sus reyes. La historia está plagada de cuerpos de hombres, jóvenes y viejos, y también de muchas mujeres y niños, que fueron víctimas de guerras libradas por hombres en el poder; hombres que nunca tuvieron que derramar su propia sangre. Pero en el próximo mundo, el Rey muere por su pueblo. Este es el liderazgo por excelencia: el liderazgo de alguien cuyo amor es más grande que su ambición.
Todos somos líderes de algún tipo. A nivel parroquial, tienes los roles obvios: servir en el consejo pastoral, encabezar la campaña capital, liderar la Hermandad del Altar. Pero también tienes a los tranquilos que lideran desde las alas: el conserje en el que siempre se puede confiar para hacer su trabajo, o el bibliotecario voluntario que dedica horas extra los fines de semana.
Hay un dicho: encuentra a tu gente. Yo digo, encuentra a tu gente y encuentra la manera de entregarte por ellos, a imitación del Rey más grande que jamás haya existido.
— Tracy Earl Welliver, MTS
©LPi