Lessons from Baptizing a Frog
I used to lead an RCIA session on baptism, where I would bring in my Kermit the Frog toy from when I was a child and pretend to baptize it. It was a session I especially made sure I led when we had children preparing for Easter sacraments. You would think Kermit would have become super holy having been baptized so many times, year after year. But, if he had been real, he would not have been any holier due to multiple baptisms than he was after the first baptism. He couldn’t be re-baptized. (Not to mention, of course, he is a FROG.)
When Jesus came to John for baptism, he transformed the baptism of repentance that John was practicing into a baptism of redemption. And although we are called to repentance over and over in our life, redemption comes to us only once. We cannot get baptized again in the Jordan or Sea of Galilee because of romantic notions, or come into the Catholic Church by a second baptism so we can start all over. Our baptism, whether we can remember it or not, is a one-time deal. But it is the real deal. Whether you feel it or not, you are sealed for Christ, and the stain of original sin has been washed away.
Too many of us take that moment for granted. Yes, you may have been baptized as an infant. But much time has passed since then, and you can work to understand the impact that it had on your life. We sometimes look for a good time to begin living a stewardship way of life. However, that time already passed, and God has been waiting. We are called to reflect on our baptism and respond to the call it has placed on our lives. We can respond and be disciples, or we can be like Kermit the Frog, always searching for a new start that never comes.
— Tracy Earl Welliver, MTS
©LPi
LA CORRESPONSABILIDAD DIARIA ~ RECONOCER A DIOS EN LOS MOMENTOS ORDINARIOS
Lecciones de bautizar una rana
Yo solía dirigir una sesión de RICA sobre el bautismo, donde traía mi juguete de la Rana Rene (Kermit the Frog) de cuando era niño y pretendía bautizarlo. Era una sesión que me aseguraba especialmente de dirigir cuando teníamos niños preparándose para los sacramentos de Pascua. Uno pensaría que la Rana Rene (Kermit) se habría vuelto súper santo al haber sido bautizado tantas veces, año tras año. Pero, si hubiera sido real, no habría sido más santo debido a múltiples bautismos de lo que fue después del primer bautismo. No podría haber sido rebautizado. (Sin mencionar, por supuesto, que es una RANA).
Cuando Jesús vino a Juan para bautizarse, transformó el bautismo de arrepentimiento que Juan practicaba en un bautismo de redención. Y aunque estamos llamados al arrepentimiento una y otra vez en nuestra vida, la redención nos llega solo una vez. No podemos volver a bautizarnos en el Jordán o el Mar de Galilea debido a nociones románticas, o entrar a la Iglesia Católica por un segundo bautismo para que podamos comenzar de nuevo. Nuestro bautismo, lo podamos recordar o no, es un trato de una sola vez. Pero es el trato verdadero. Lo sientas o no, estás sellado para Cristo, y la mancha del pecado original ha sido lavada.
Muchos de nosotros damos por hecho ese momento. Sí, puedes haber sido bautizado como un bebé. Pero ha pasado mucho tiempo desde entonces, y puedes trabajar para comprender el impacto que tuvo en tu vida. A veces buscamos un buen momento para comenzar a vivir una forma de vida de corresponsabilidad. Sin embargo, ese tiempo ya pasó, y Dios ha estado esperando. Estamos llamados a reflexionar sobre nuestro bautismo y responder al llamado que ha puesto en nuestras vidas. Podemos responder y ser discípulos, o podemos ser como la Rana Rene (Kermit the Frog), siempre buscando un nuevo comienzo que nunca llega.
—Tracy Earl Welliver, MTS
©LPi