EVERYDAY STEWARDSHIP – RECOGNIZE GOD IN YOUR ORDINARY MOMENTS

What Jesus Doesn’t Say

“If Jesus wanted us to (fill in the blank), he would have said so.”

We hear this argument applied to every controversial topic under the sun — and even some not-so-controversial topics, too. Whenever someone is trying to make a case for a decision they have already made, they call in Jesus’ scriptural silence on the matter as their expert, unimpeachable witness.

And sure, there’s much Jesus doesn’t talk about in the Gospels. But by this logic, we would have to assume that Jesus doesn’t care, for instance, if we drive well over the speed limit (he doesn’t discuss cars and highways in the Bible) or what we do online (he never mentions the Internet or websites at all!), when we know that certainly is just not the case.

Like the scholar of the Jewish law who challenges Jesus to define who exactly his “neighbor” is, we can argue semantics all we want. But if we rest in prayer and look deep into our hearts, we know what path we need to take, and it’s usually not the easy one.

I find that I do this plenty in ways that are far more subtle. I lament that the situation facing me is not sufficiently “black and white.” I become frustrated by the shades of moral grey and toss up my hands, claiming I don’t know what the right answer is, insisting that I can’t be blamed for the ramifications of whatever decision I make.

What I need to be doing in these situations is asking God for His guidance, even if it makes me nervous. I need to be like the scholar. He was brave enough to ask, even though I think he knew he wouldn’t particularly like the answer. Let’s strive for that same courage.

— Tracy Earl Welliver, MTS ©LPi

LA CORRESPONSABILIDAD DIARIA – RECONOCER A DIOS EN LOS MOMENTOS ORDINARIOS (Everyday Stewardship)

Lo que Jesús no dice

“Si Jesús hubiera querido que (llenar el espacio en blanco), lo habría dicho.”

Escuchamos este argumento aplicado a todos los temas controvertidos bajo el sol, e incluso a algunos temas no tan controvertidos también. Cada vez que alguien está tratando de defender una decisión que ya ha tomado, recurre al silencio bíblico de Jesús sobre el asunto como su testigo experto e irreprochable.

Y claro, hay muchas cosas de las que Jesús no habla en los Evangelios. Pero según esta lógica, tendríamos que asumir que a Jesús no le importa, por ejemplo, si manejamos muy por encima del límite de velocidad (él no habla de autos y carreteras en la Biblia) o lo que hacemos en línea (él nunca menciona el ¡Internet o sitios web en absoluto!), cuando sabemos que ciertamente ese no es el caso.

Como el erudito de la ley judía que desafía a Jesús a definir quién es exactamente su “prójimo,” podemos discutir la semántica todo lo que queramos. Pero si descansamos en oración y miramos profundamente en nuestro corazón, sabemos qué camino debemos tomar, y generalmente no es fácil.

Encuentro que hago esto bastante de maneras que son mucho más sutiles. Lamento que la situación a la que me enfrento no sea lo suficientemente “blanco y negro.” Me siento frustrado por los tonos de gris moral y levanto las manos, afirmando que no sé cuál es la respuesta correcta, insistiendo en que no se me puede culpar por las ramificaciones de cualquier decisión que tome.

Lo que necesito hacer en estas situaciones es pedirle a Dios que me guíe, aunque me ponga nervioso. Necesito ser como el erudito. Fue lo suficientemente valiente como para preguntar, aunque creo que sabía que no le gustaría particularmente la respuesta. Luchemos por esta misma valentía. — Tracy Earl Welliver, MTS ©LPi