EVERYDAY STEWARDSHIP~RECOGNIZE GOD IN YOUR ORDINARY MOMENTS
April 30, 2022
Gifts in Disguise
Have you ever opened a gift and wondered what the giver was thinking?
I won’t call out any of my family or friends here, but suffice to say, I think we have all been the confused recipient of a sweater that wasn’t our size or a gift card to a store where we don’t shop. But we smiled all the same and said how much it meant to us, because we know that when it comes to gifts, it’s all about the gesture.
Suffering is a lot like that — the gift you never asked for, and don’t really want to receive. Sometimes we look at suffering and, like the apostles who see Jesus as a stranger on the shore, we don’t recognize it for what it can be. We don’t appreciate the catalyst suffering can be for change, for growth, for grace.
What was the gift that you received in disguise? Was it a relationship that confounded and frustrated you? Was it a job that tested your spirit? An obstacle that stopped you dead in your tracks? A rejection that threatened to break your spirit?
If I go back and look at the worst gifts I’ve ever gotten, chances are that I didn’t like them because I didn’t know what to do with them — they were more fitted for someone else’s interests, someone else’s life. It’s the same with suffering. We’re tempted to cast suffering aside when it comes our way because it doesn’t fit the person we are. Suffering is made to fit the person God knows we have the ability, with His grace, to become.
Hang onto that suffering. Unlike the misshapen sweater, it really will come in handy. — Tracy Earl Welliver, MTS ©LPi
LA CORRESPONSABILIDAD DIARIA~RECONOCER A DIOS EN LOS MOMENTOS ORDINARIOS (Everyday Stewardship)
Regalos disfrazados
¿Alguna vez as abierto un regalo y te preguntaste qué estaba pensando el donante?
No pondré en evidencia a ninguno de mis familiares o amigos aquí, pero basta con decir que creo que todos hemos sido el destinatario confuso de un suéter que no era de nuestra talla o una tarjeta de regalo para una tienda donde no compramos. Pero sonreímos de todos modos y dijimos lo mucho que significaba para nosotros, porque sabemos que cuando se trata de regalos, lo importante es el gesto.
El sufrimiento es muy parecido a eso: el regalo que nunca pediste y que realmente no quieres recibir. A veces miramos el sufrimiento y, como los apóstoles que ven a Jesús como un extraño en la orilla, no lo reconocemos por lo que puede ser. No apreciamos el catalizador que puede ser el sufrimiento para el cambio, el crecimiento, la gracia.
¿Cuál fue el regalo que recibiste disfrazado? ¿Fue una relación que te confundió y frustró? ¿Fue un trabajo que puso a prueba tu espíritu? ¿Un obstáculo que te detuvo en seco? ¿Un rechazo que amenazaba con romper tu espíritu?
Si vuelvo atrás y miro los peores regalos que he recibido, lo más probable es que no me gustaron porque no sabía qué hacer con ellos; eran más adecuados para los intereses de otra persona, para la vida de otra persona. Lo mismo ocurre con el sufrimiento. Estamos tentados a dejar de lado el sufrimiento cuando se nos presenta porque no encaja con la persona que somos. El sufrimiento está hecho para adaptarse a la persona que, Dios sabe, que tenemos la capacidad de convertirnos con Su gracia.
Aférrate a ese sufrimiento. A diferencia del suéter deforme, realmente será útil. — Tracy Earl Welliver, MTS ©LPi